martes, 9 de enero de 2007

A D. Francisco

Pasaste de la ciencia los umbrales.
Tuviste del talento los favores.
Con ansia, te entregaste a tus labores,
Curando, con paciencia, ingratos males.

En tu pecho hubo trazos celestiales.
Tu espíritu no cupo en los clamores
De este mundo fatal; y con amores,
Sin cesar visitaste... ¡a dos reales!

Despreciaste al dinero tan amado.
Fuiste de los enfermos el hechizo,
Saturando de fe al desesperado.

Con tu trato, el existir un Paraíso.
Consuélenos clamar, muy contristados:
¡Ilustre Titular! ¿Quién no te quiso?

M. Torres